Cambiar de automóvil, de aspecto, de casa hace tiempo que se da por descontado. Lo más acuciante de los años 80 ha sido la extendida neurosis por cambiar de vida. La cultura de consumo no sólo ha producido el desplazamiento, la gripe aviar y el fashion victim sino que también el aumento de las decisiones relacionadas con la vida y la muerte.
La mayoría de la sociedad está obsesionada por la obligación de cambiar, da igual lo que sea, o como sea, se sienten aterrorizados ante la idea, de que no siendo así, su vida carecerá de sentido. De hecho como actualmente no es tan fácil cambiar de trabajo o de ciudad se empieza generalmente cambiando de pareja. Y no porque no estemos enamorados de nuestra pareja como el primer día, sino porque no concibimos el hecho de estar con la misma persona durante toda nuestra vida, tenemos la necesidad de estar con unos y con otros para sentirnos más realizados. Esto nos pasa a todos antes o después ya sea con la pareja o con cualquier otro aspecto de nuestra vida.
Nuestro nivel de felicidad recae sobre dos columnas: lo que pensamos que nos gustaría hacer y lo que realmente realizamos. Cuanto más en consonancia estén estos dos pilares, mayor satisfacción obtendremos. Aplicandolo al consumo, la gran mayoría de la población piensa que teniendo todo lo que quiere (que puede comprarse con dinero) será más feliz, y por este motivo cuanto más consume más feliz es, aunque esta felicidad sea pasajera, porque la felicidad que te puede dar un bien material nunca es eterna, ya que los objetos se rompen, se envejecen y pasan de moda pero los sentimientos no.
1 comentario:
Baudrillard ya nos habló de esta, nuestra sociedad del consumo, y de como somos manipulados por y para el consumo. Y como vehículo de esta manipulación se presenta a nuestra querida publicidad.
Parte de razón hay en esto, ya que cada vez se está avanzando más en pro de las relaciones cibernéticas, dejando así de lado las relaciones personales.
Avanzamos, sí, pero este avance supone que, con un ordenador cada vez más gente puede realizar su trabajo desde casa, puedes hacer la compra por internet, "pasar el rato" con los amigos conversando por Internet, incluso "tomarte un (ciber)café" con alguien sin estar presente. Y todo esto conlleva a que se pierdan las relaciones personales, para convertirse en relaciones a través de un ordenador, todo esto lo marca el consumo.
Nuestra vida poco a poco, y cada vez más, está marcada por el consumismo, todo se consume.
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