sábado, 9 de enero de 2010

El síndrome de las rebajas



Llega el 1 de Enero y con ello las tan esperadas Rebajas. Unos descuentos de hasta el 50% desde el primer día, están incitando a la gente a comprar, el arranque ha sido todo un éxito. Es tiempo de rebajas, donde se repiten estampas clásicas tales como las inmensas colas de los probadores y las cajas, gente que espera en las puertas de los comercios y Centros Comerciales, empleados desbordados, música inaguantable, ropa tirada por todas partes, mujeres corriendo…

Según La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) se estima que los españoles nos gastaremos de media unos 150 euros en las rebajas, en parte porque el consumo hasta ahora debido a la crisis ha sido mínimo y los comercios están haciendo grandes descuentas para intentar recuperar algo de dinero.

Pero no porque sean rebajas debemos perder la cabeza y ponernos a comprar impulsivamente. Un estudio realizado por Rmg&amp:Asociados demuestra que nueve de cada diez españoles así lo hace. Nos dejamos llevar, por el simple hecho de que son ofertas.

Consejos para ir de rebajas y que no nos den gato por liebre:

-La calidad de los productos rebajados debe ser la misma que durante el resto del año.

-En las etiquetes debe aparecer el precio actual del producto y el precio rebajado.

-En las tiendes también hay artículos de Nueva Temporada, tenemos que pararnos a diferenciar la parte rebajada y la que mantiene sus precios.

-Las mejores ofertas suelen estar en las grandes firmas.

-Antes de salir de casa haz una lista con las cosas que necesitas comprar, y no te dejes llevar por súper promociones.

-Algo importante, exige el ticket de compra y guárdalo. Te servirá para hacer cualquier reclamación.

viernes, 8 de enero de 2010

El consumo irresponsable

Todo consumidor antes de disponerse a comprar cualquier producto debería pararse a pensar en las repercusiones que esa acción tiene para el medio ambiente, porque el modelo de consumo de los países sigue una línea basada en la optimización de los beneficios a costa de la destrucción de los recursos naturales.Otras cuestiones relevantes que debemos plantearnos son ¿De dónde vienen los productos que consumimos? ¿Quiénes los elaboraron y a cambio de cuánto?





Los consumidores tienen que tomar consciencia de que al contrario de lo que muchos creen no se puede continuar pensando que el uso que se hace de la energía tan indiscriminado carece de consecuencias sobre nuestro planeta, y que los recursos que tenemos para sostener esta producción, ascendente con el paso del tiempo, son ilimitados. 



jueves, 7 de enero de 2010

Fieles consumidores


“Una marca que llega a su mente consigue un comportamiento, una marca que llega a su corazón consigue un compromiso”.  Scott Talgo

Sin duda los consumidores siguen manteniendo una relación emocional con las marcas, pero esos nexos sentimentales son, como pasa con las parejas o las religiones mucho más quebradizos. El amante, el cliente, el consumidor, se han vuelto más críticos, libres e independientes.
 

La oferta empresarial no sólo pelea por un consumidor más listo, sino escurridizo. Ni las grandes marcas que podían presumir de consumidores fieles pueden ahora estar seguras de sus imperios. El consumidor ahora es cada vez más escéptico respecto a que una marca muy conocida sea sinónimo de lo mejor.

Las empresas se están poniendo manos a la obra para averiguar los gustos de los consumidores y poder así aumentar su nivel de ventas. Algunas compañías han patentado un sistema que permite, a través de las
compañías de cable, saber qué programas televisivos
se ven y quién lo hace.

Ricardo Homs dice: “Los productos y servicios más poderosos serán aquellos que tengan significado y riqueza vivencial para el estilo de vida del consumidor”.

El consumo más allá de las compras

Cambiar de automóvil, de aspecto, de casa hace tiempo que se da por descontado. Lo más acuciante de los años 80 ha sido la extendida neurosis por cambiar de vida. La cultura de consumo no sólo ha producido el desplazamiento, la gripe aviar y el fashion victim sino que también el aumento de las decisiones relacionadas con la vida y la muerte.

La mayoría de la sociedad está obsesionada por la obligación de cambiar, da igual lo que sea, o como sea, se sienten aterrorizados ante la idea, de que no siendo así, su vida carecerá de sentido. De hecho como actualmente no es tan fácil cambiar de trabajo o de ciudad se empieza generalmente cambiando de pareja. Y no porque no estemos enamorados de nuestra pareja como el primer día, sino porque no concibimos el hecho de estar con la misma persona durante toda nuestra vida, tenemos la necesidad de estar con unos y con otros para sentirnos más realizados. Esto nos pasa a todos antes o después ya sea con la pareja o con cualquier otro aspecto de nuestra vida.

Nuestro nivel de felicidad recae sobre dos columnas: lo que pensamos que nos gustaría hacer y lo que realmente realizamos. Cuanto más en consonancia estén estos dos pilares, mayor satisfacción obtendremos. Aplicandolo al consumo, la gran mayoría de la población piensa que teniendo todo lo que quiere (que puede comprarse con dinero) será más feliz, y por este motivo cuanto más consume más feliz es, aunque esta felicidad sea pasajera, porque la felicidad que te puede dar un bien material nunca es eterna, ya que los objetos se rompen, se envejecen y pasan de moda pero los sentimientos no.